sábado, 3 de abril de 2010

Y COMENZÓ A NEVAR...

FINLANDIA III

El 6 de noviembre, la nieve hizo acto de presencia. El día, despuntó gris y "tarde" A medida que se va acercando el invierno, los días son cada vez más cortos, y  me dí cuenta de que no se acababa de hacer de día del todo.

Soy friolera, pero me encanta el frío. Las contradicciones que todo ser humano posee y con las que ha de convivir. Esta es una de las mías. Comenzó a nevar como decía, y yo disfrutaba con entusiasmo cándido, sonrisa divertida en el rostro y sin miedo a salir, y prometo que las temperaturas cada vez eran más convincentes para quedarse en casa.






Las escapadas fueron a Tampere, Turku, Rovaniemi y algú pueblito más pequeño.
Vuelve a mirar...





El otoño tuvo la deferencia de obsequiar mis últimos paseos apacibles con paisajes de colores intensos y belleza sencilla que me hacía deambular hasta que la luz del día se apagaba. Con las primeras nieves, mis paseos se parecían más a excursiones urbanas para las que me calaba botas, gorro, guantes, ropa térmica...y muchas paradas a cubierto buscando café, chocolate, té...cualquier cosa caliente que meterme entre pecho y espalda. No tardaría en "descubrir" el alcohol, al mismo tiempo que comprendí de veras por qué lo consumen como nosotros el agua o el tinto de verano en pleno agosto.





La magia aparece cuando quiere. Y suele ocurrir cuando uno está preparado para verla. Pues algo así me ocurrió con Finlandia; si acomodas el espíritu, lo que suceda en el siguiente minuto puede ser un estallido mágico o un momento que pasará al olvido como tantos.




Y es que mirase dónde mirase, veía algo que hacía que quisiese llevármelo conmigo; algo que quería retener en mi memoria...sin saber que lo estaba ocurriendo era mejor: me estaba enamorando de un país.
Estoy convencida de que las personas somos como cerraduras, cada una tiene "su encanto" depende del juego de llaves que tengamos cada uno para abrirla. En función de las gafas que llevemos puestas sabremos apreciar las cualidades de un país, y de todo lo que ello comporta.

1 comentario:

  1. Muchas veces uno se enamora de un país. Justamente el otoño nos otorga una vista de colores de la gama de amarillos y anaranjados. Luego viene la nieve y todo se vuelve blanquecino pero mágico. Solamente desde mejores hoteles en venecia, Italia, fue donde tuve la visión colorinche más bella. Esa es la ciudad que a mi me enamoró!
    Saludos
    Mica

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