miércoles, 16 de agosto de 2023

NO, NO ES QUE HOY EN DÍA NO AGUANTEMOS NADA

Un periodista le preguntó a una pareja de ancianos: ¿Cómo se las arreglan para estar juntos 65 años? Y ella contestó: "Nacimos en un tiempo en que si algo se rompía, se arreglaba, no se tiraba a la basura".
Muchos de nuestros abuelos e incluso de nuestros padres, tuvieron matrimonios que duraron 30, 40, 50 años e incluso más. Y no son pocas las personas que al enfrentarse a su propio divorcio, aducen, despechadas, tristes o impotentes que antes la gente luchaba por lo que quería y no se rendía tan rápido. Que no tiraban por la borda décadas de matrimonio por un capricho, por aburrimiento o por enloquecer. Pero ni una de estas personas, cuando se encuentran en ese estado de lástima por si mismos, piensa en cuántas de esas personas estuvieron atrapadas en matrimonios en los que eran infelices, víctimas de malos tratos físicos, psicológicos, sufriendo violaciones u cualquier otro tipo de humillación por parte de su pareja. Cuántas de esas personas se iba de putas de forma asidua y contagiaba a su pareja alguna ETS. Cuántas de estas personas vivía un infierno porque su relación marital se daba en un entorno tóxico en el que uno de los cónyuges ejercía violencias de esas que no se ven como no dar dinero si habían discutido y esperar a que la pareja lo solicitara, retirar la palabra tras una discusión, pudiendo estar sin hablar durante días hasta que la otra persona se tenía que tragar su dignidad y romper ese castigo silencioso por necesitar dinero, ropa o comida...

Esas mismas personas olvidan que un día de 1981 se legalizó el divorcio en España (hace solo cuarenta y dos años) y que las mujeres empezaron a adquirir independencia económica porque pudieron trabajar fuera de casa y dejaron de necesitar la firma de su marido para abrir una cuenta en el banco.


Y no significa esto que en todos los matrimonios de larga duración haya maltrato de cualquier índole, abusos, violencias o toxicidad.
La incorporación de la mujer al mundo laboral así como la formación académica y profesional, trajo consigo que estas pudieran aspirar a ser independientes y autosuficientes económicamente, facilitando así que se redujera el número de mujeres atadas a un matrimonio en el que vivían maltratadas. Probablemente esta sea una explicación al hecho de que actualmente hay matrimonios que se disuelven cuando ambas partes están a las puertas de la tercera edad. Tristemente la historia está llena de mujeres que no tuvieron ninguna otra opción.

Esas mismas personas, a menudo ignoraron las pequeñas señales de sus hoy ya exparejas que indicaban que la relación estaba demasiado herida y acercándose al punto de no retorno. Ese punto en el que ya no hay salvación, ni arreglo. Y luego lamentan que hoy ya no aguantamos nada y evocan con melancolía que antes se luchaba y no se tiraba a la basura un matrimonio roto "a la primera de cambio" (porque a estas personas, siempre  o casi siempre, la notificación de ruptura les pilla desprevenidas). Pero ¿Cómo se arregla un matrimonio sin amor? ¿Cómo se arregla un matrimonio dónde hay violencia machista? ¿Cómo se arregla un matrimonio dónde uno o ambos cónyuges tienen sexo fuera de ese matrimonio sin que esta conducta forme parte del pacto de compromiso con la pareja? 
No todo lo que se rompe se puede arreglar y a veces, la única solución posible es "tirarlo a la basura"... Disolver el matrimonio. Lo que no es admisible es sostener una relación a cualquier precio, cuando una de las partes ya no quiera estar ahí.


No, no es que hoy en día no aguantemos nada. 

Es que actualmente, por fortuna, tenemos acceso a más herramientas y recursos para poder elegir mejor con quién y en qué condiciones queremos estar en pareja. Y a pesar de que aun queda mucho camino por recorrer para alcanzar ese momento en el que mujeres y hombres puedan elegir libremente entre emparejarse o quedarse solteros, el acceso a formación académica superior, la ley del divorcio, y el avance social y cultural que ha ayudado a que la norma de que "la mujer debe ser sumisa y obedecer a su marido" quede en el pasado, son muchas las personas que pueden terminar con un matrimonio en el que viven amargadas o en el que simplemente no quieren seguir. Porque el matrimonio es un acuerdo voluntario que debe aportar más que restar. Y cuando esto deja de ser así, terminarlo es una opción válida. Eso sí, habrá que aprender a ver las señales (porque siempre suele haberlas) y a trabajar en recuperar la buena salud de esa empresa. En caso contrario, asumir que no se supo ver que el barco hacía aguas y que ahora toca nadar y seguir. O nadar y volver a empezar. Todo depende de cómo se tome uno la ruptura.

martes, 1 de agosto de 2023

RESPONSABILIDAD AFECTIVA. EMPEZANDO POR UNO MISMO.

La responsabilidad afectiva es aceptar que nuestros actos pueden afectar a los demás a nivel emocional.
En esta entrevista, la psicóloga Denisa Praje dice esto:
"La responsabilidad afectiva es una forma que tenemos de actuar con la que consideramos cómo influye en otras personas lo que hacemos y decimos y nos hacemos cargo de nuestras acciones. Esta forma de actuar engloba gestos, presencia, comunicación de estados emocionales, expectativas, explicaciones sobre actos,... Además, la responsabilidad afectiva no es algo que se tenga o no se tenga (en el sentido de esencia o de algo dentro), sino que es una forma de comportarse. No somos responsables afectivamente, nos comportamos de forma responsable con personas concretas en situaciones concretas. Se puede aprender, no es un "rasgo" con el que se nazca, aunque haya experiencias tempranas que puedan favorecer que haya una tendencia a comportarse de esta manera o que se aprenda con mayor facilidad, pero todos podemos mejorar"


Aplicado el concepto a las relaciones, hay muchas maneras de ser irresponsable afectivamente hablando. Tantas como personas y relaciones. Una muy habitual es cuando alguien desaparece de la vida de otro alguien sin ningún tipo de explicación y cuando en las interacciones no ha ocurrido nada que, aparentemente pueda dar lugar a un desencuentro, una situación incómoda,... No hacerse cargo de haber herido los sentimientos de la otra persona con nuestra conducta o nuestras palabras. Decir "Siento que te sientas así" es una disculpa falsa a la que se suele recurrir cuando se está siendo irresponsable afectivamente. En su lugar hay que validar lo que nos está diciendo la persona, haciendo preguntas para asegurarnos de que estamos entendiendo lo que nos está trasladando, expresar cómo lo hubiéramos vivido y cómo nos hubiera afectado si hubiera ocurrido al revés (empatía). Responsabilidad afectiva es tomar lo que nos está compartiendo el otro, comprenderlo, reflexionarlo, digerirlo, y al final, tomar conciencia de que eso ha ocurrido por nuestra conducta o por nuestras palabras. Y podemos reafirmarnos en ellas, pero entendiendo que es posible que tras ello, algo pueda cambiar (o tal vez, deba cambiar), porque la diferencia no es irresponsabilidad. A veces se trata de incompatibilidad.

Otra irresponsabilidad afectiva es cuando en una interacción con fines de conquista, una de las personas (llamémosla X) expresa desde el principio que no desea una relación estable, ningún tipo de compromiso, que no está buscando pareja, y todas las maneras que se te ocurran de decir "No quiero que sientas que somos pareja" Pero lo que sí desea es mantener relaciones sexuales con el mínimo trato fuera de la cama. Lo que sí desea es tener sexo cuando él/ella elija, sin programarlo con excesiva antelación (o sí, depende de cuán meticulosa sea la persona con su agenda y su vida).
Por contrapartida, también es una irresponsabilidad afectiva cuando la otra persona (llamémosla B), al oír que X no quiere ni busca una relación de pareja y que quiere sexo sin compromiso, en lugar de expresar que ella/él sí quiere cierta exclusividad en cuanto a ir conociéndose y en el hecho de tener relaciones sexuales, no lo marca como un punto divergente que dicta que buscan cosas diferentes y termina con la interacción. En su lugar, claudica, se autoengaña y acepta las normas del juego de X. Luego, cuando B se ha implicado emocionalmente, y pide un compromiso, X rápidamente se acoge a lo que le dijo desde el principio (que no quería pareja, ni nada estable). B se queda sumido en la miseria emocional y X se repite que lo avisó desde el principio, que fue sincero/a y que no hay nada que reprocharle.


Ambas han actuado con irresponsabilidad afectiva. Y dependiendo de quién seas tú en el momento de leer esto (si X o B) deberás poner el foco en:

1.- Aprender a retirarme cuando solo quiero sexo sin compromiso pero la otra persona busca o está abierto/a a algo más. Porque con "ser sincero/a" no es suficiente. Y si bien no somos responsables del equilibrio emocional de nadie salvo del nuestro, no está bien actuar sabiendo que podemos generar un desequilibrio, porque no todo vale y porque la ética personal es un valor que forma parte de los principios y la integridad que nos define como personas.

2.- Aprender a retirarme cuando se me diga que solo quiere sexo sin compromiso. Porque no es eso lo que deseo. Elegir cerrar y mantenerme firme en el caso de que la otra persona, contacte e inicie el juego de la seducción, porque no queremos lo mismo. Y si está siendo irresponsable afectivamente y me busca a pesar de haber puesto sobre la mesa que lo que ambos buscamos son cosas diferentes, yo debo ejercer esa responsabilidad afectiva para conmigo mismo/a en primer lugar y cerrar los accesos de esa persona a mi. La máxima responsable de mi bienestar emocional y de autocuidarme soy yo.

Es muy tentador poner el foco en lo irresponsable afectivamente hablando que ha sido el otro. Tan tentador como inmaduro y cero productivo para ayudarnos en nuestro proceso de crecimiento personal. Por eso hay que hablar y no dar las cosas por sentadas. Hay que perder el miedo a preguntar y a exponer lo que esperamos y lo que vamos a dar. Y que nos tachen de "intenso/a" es ya un indicativo de que nuestras expectativas respecto a esa interacción no coinciden con las de la otra persona. Perderle el miedo a la diferencia enriquece las relaciones. ¿Te suena lo de "La felicidad está más allá de la zona de confort"? Créeme, si trascendemos el miedo a poner de manifiesto diferencias, podremos avanzar y empezar a aprender a lidiar con la diferencia, quien además, tiene mucho positivo que aportarnos.

Y cuidado porque, a menudo no se expresa con palabras lo que queremos y lo que no. Nuestros actos lo dicen. El dicho "Obras son amores y no buenas razones" significa precisamente esto. El día que empezamos a observar lo que hacen los otros y les leemos a través de sus actos y no de sus palabras, ese día, hemos subido de nivel en nuestro desarrollo.





NO, NO ES QUE HOY EN DÍA NO AGUANTEMOS NADA

Un periodista le preguntó a una pareja de ancianos: ¿Cómo se las arreglan para estar juntos 65 años? Y ella contestó: "Nacimos en un ti...