jueves, 10 de febrero de 2022

MI INTRODUCCIÓN AL ALPINISMO


Crónica de una cápsula que he disfrutado inmensamente y de la que me llevo una gran experiencia totalmente nueva y cien por cien positiva para mi.

Este pasado sábado 5 de febrero hice un curso llamado "Progresión con crampones" que contraté con la escuela de deportes de montaña ****. Lo llaman "cápsula" porque es muy básico y contiene lo mínimo imprescindible que hay que saber para calzarse unos crampones y realizar una ruta básica con un guía de montaña (que sería el siguiente paso lógico desde mi punto de vista).



El curso empezaba a las 9h de la mañana partiendo desde el telesilla de las pistas de esquí Vallter 2000, subiendo todos juntos hasta el refugi de Ulldeter, para, desde ahí, dividirnos en grupos.

La duración era de 6h en total, estando de regreso en el punto de partida a las 15h.

La noche previa nos fuimos a dormir a las 21h porque el despertador sonaría a las 4:45h Yo desperté a las 3h por los nervios y la preocupación de no quedarme dormida y ya no dormí más.

Éramos un grupo de 14 personas que no nos conocíamos entre nosotros, entre ellos, mi hijo de 14 años y yo.

En mis numerosos mensajes y llamadas con el responsable del curso ( a partir de ahora, Guía Duro Cero Empatía), me había cerciorado de que el nivel del curso fuera  básico y apto para un nivel principiante. Y me dejó claro que las personas apuntadas eran principiantes "igual que yo"

Yo estaba tremendamente ilusionada (hacía mucho tiempo que no hacía algo que me generara esa ilusión y entusiasmo). Mi hijo no estaba ilusionado pero al menos había accedido a volver a la montaña con nieve y hielo, tras su primera experiencia en el montañismo, en abril del 2021, la cual, no le dejó buen sabor de boca y dónde ambos lo pasamos un poco mal. Pero tanto de aquella experiencia, cómo de esta, he sacado lecciones. Y sé qué errores no voy a volver a cometer.

Cuando estuvimos todos juntos y listos, Guía Duro Cero Empatía dio la instrucción básica ("Vamos a subir campo a través hasta el punto de partida de la ruta al refugio de Ulldeter"), bordeamos el telesilla y empezamos a subir campo a través. No llegaba a hacer falta usar las manos para avanzar, pero no se queda muy lejos.

Yo quise quedarme la última del grupo porque de mis 3 o 4 experiencias de salidas a la montaña en grupo, sé que mi ritmo es el más lento de todo el mundo. En este caso, solo hicieron falta unos 2'-3' de subida para darme cuenta de que era incapaz de subir por ahí y menos al ritmo que se perdieron entre rocas, quiebros y troncos. Así que me di la vuelta, regresé al punto de salida y fui a buscar la carretera, la cual, subía dibujando eses y curvas como una larga serpiente, hasta llegar al punto de inicio de la ruta que, adentrándose en el bosque, ascendía hasta el refugio de Ulldeter. Por suerte, conocía bien el camino dado que había estado ahí en dos ocasiones anteriores: la primera cuando subí al Gra de Fajol gran y la segunda cuando intenté subir al Pastuira.

Subiendo por la carretera, llamé por teléfono a dos de los tres guías y a mi hijo, les expliqué que yo no podía subir por dónde había dicho de subir el Guía Duro Cero Empatía  y que iba a subir por la carretera. Que por favor llevaran a mi hijo a este punto para subir yo con él hasta el refugio de Ulldeter.

Cuando llegué a este punto, estaban esperándome uno de los guías (a partir de ahora, Guía Halley, porque no volví a verlo) y mi hijo. Casi a la par, llegó Guía Duro Cero Empatía, el cual, había girado sobre sus pasos al ver que un miembro del grupo no solo no seguía al grupo sino que, se había dado la vuelta y había ido a buscar una ruta alternativa y asequible a su nivel físico (dado que, afortunadamente, conocía el lugar). En ningún momento me trasladó que no se planteara si todos los miembros del grupo podíamos seguir la ruta y el rimo que él marcó por decreto ley de su voluntad.

La subida al refugio la hice con él y con mi hijo. Guía Halley desapareció montaña arriba a alcanzar "al grupo" (yo también era parte del grupo, pero quedé fuera del mismo al tercer minuto de iniciar la marcha).

Yo no podía seguir el ritmo que marcaba Guía Duro Cero Empatía. Y tampoco podía ir al ritmo que él marcaba aun y esperándome a cada tramo. Además, él solo repetía "Va, venga, venga va" lo cual me generaba ansiedad y angustia porque yo iba ahogada y en sus "Vavengavengava" podía sentirse su impaciencia.

Intentaba hablar para relajarme y porque para mi, la montaña hay que disfrutarla por encima de sufrirla (sí, en mi estado físico, en la montaña hay momentos en los que sufro, porque es muy exigente con la condición física que se tenga, y yo tengo unos 25 kgs extra encima), pero el guía me espetó que no hablara, que respirara. Pero no me lo dijo de una forma alentadora. Me lo ordenó, tras decirme "Yo tengo que creerme que has subido al Gra de Fajol y has subido por segunda vez hasta el Coll de la Marrana" Aquello me tocó porque era una manera clara de decirme "No puedes ni respirar y no llevamos ni la mitad de la primera parte...". Y le dije intentando sonreir entre jadeo y jadeo "Pues tengo foto en la cima y hasta vídeos" "¡No hables y respira!" me espetó... Y ahí terminó todo intento por mi parte de transmitir que no estaba pasándolo tan mal, en buena parte para hacérmelo llevadero y amable para mi misma (porqué allí nadie más iba a hacer eso por mi).

Finalmente, llegué al refugi de Ulldeter. Allí estaba todo el grupo. Nos miraron llegar, pero yo no quise acercarme, así que me senté a unos metros de distancia. No quise acercarme porque no me sentí acogida por nadie. En mi corta experiencia en montaña, mi aprendizaje es que el ritmo lo marca el más lento del grupo. En este caso no fue así, ni de lejos. Nadie me esperó y nadie dio muestras de interesarse por "la mujer aquella que no ha podido subir campo a través"

Enseguida vino uno de los guías de los 3 que eran, y me dijo que él se quedaría conmigo y con mi hijo. A partir de ahora Guía Bueno. El resto del grupo se dividió en dos subgrupos. Uno con Guía Duro Cero Empatía y otro con Guía Halley.

Gracias a las virtudes de Guía Bueno, pude disfrutar de la formación, de mi primera vez con crampones, de caminar sobre nieve y hielo, de no sentirme fatal por hundírseme en la nieve una pierna primero y más tarde la otra. Disfruté de ver a mi hijo adquirir seguridad en la montaña con nieve y hielo, disipándose así un poco al menos, el mal recuerdo que nos quedó a ambos bajando la Gallina Pelada en abril, descendiendo por placas de hielo sin crampones (así aprendí lo vital de un equipo de alpinismo y el saber utilizarlo). De aquella experiencia sale hacer este curso.

Guía Bueno nos enseñó maneras de detenerte si caes en la nieve dura (cuando haces una ascensión en invierno, si por la razón que sea, caes, vas a tomar mucha velocidad y por tu bien, debes ser capaz de detenerte lo antes posible). Estoy muy agradecida a este hombre por su amabilidad, empatía, paciencia, y por su trato tan atento y amable conmigo y con mi hijo. Se adaptó en todo momento a mi ritmo y a mi nivel, lo que me hizo sentir cómoda y suelta en mi primera incursión en alpinismo.


¿Qué me llevo de esta cápsula? 


En primer lugar que ha sido la última vez que le he pedido a mi hijo "Vamos a la montaña" Se acabó insistirle. En un año y medio de insistirle, me ha dicho que sí 4 veces, lo cuál da un pico cada 3 meses. A ese ritmo, es imposible coger fondo. De manera que cada vez que he ido a hacer un pico, ha sido partir de cero debido al tiempo transcurrido desde la última vez.

En segundo lugar que voy a ir sola a rutas concurridas y de nula o escasa dificultad técnica. Esto con la intención de ganar fondo. He aprendido que la gente siempre va a decir "No hay que ir sola a la montaña" porque no piensan que yo no hablo de hacer rutas solitarias, sino de rutas bastante concurridas. Además, en nuestra sociedad, tenemos un problema con la soledad.


En tercer lugar como no quiero decir de este agua no beberé, no voy a decir que no volveré a ir en grupo a la montaña. Sin embargo tengo muy claro que va a pasar mucho, mucho, mucho tiempo antes de que yo vaya a la montaña en grupo.

Por último, a la gente nos encanta decirle a los demás lo que pueden o no pueden hacer. Oídos sordos. Mejor vé tú y compruébalo por ti mismo. Y decide entonces, si puedes o no, después de haberlo intentado.





¡Salud y montaña!









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